Apreciados Estudiantes de la Luz, la Vida y el Amor, mucho se habla del poder de las palabras pero aún no se ha comprendido a profundidad. Es necesario darnos cuenta del poder que las palabras encierran y usarlas para nuestra superación integral, pues las palabras son el medio más común de comunicación en la experiencia humana. Todos tenemos el poder de pensar, sentir, hablar y actuar con libertad. Lo que pensamos, sentimos y hablamos crea nuestra realidad en el día a día: felicidad o infelicidad, limitación o prosperidad, salud o enfermedad, etc.
La palabra hablada es la expresión perfecta de lo que pensamos y sentimos. La boca habla de lo que abunda en el corazón, decía el Maestro Jesús el Cristo. Las palabras son pensamientos hablados y vitalizados con el sentir del corazón. Hablamos lo que pensamos y pensamos en lo que creemos, que en el fondo constituye nuestra verdad.
"Panal de miel son las palabras suaves", decía el sabio Salomón. Un proverbio tibetano dice: "La palabra debe ser vestida como una diosa y elevarse como un pájaro”. Quien conoce el valor de las palabras cuida su verbo. Decía el Maestro Pitágoras que “No sabe hablar quien no sabe callar” y que “Solamente se debe de hablar cuando la palabra es más importante que el silencio”. "Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras", dijo Shakespeare. "El sabio no dice lo que sabe y el necio no sabe lo que dice", reza un proverbio chino. "Muchas palabras no indican mucha sabiduría", dijo Tales de Mileto. “El hombre sabio instruye sin utilizar las palabras”, dice un proverbio chino. Y Zenón de Citio dijo: “Tenemos dos orejas y una sola boca justamente para escuchar más y hablar menos”.
Las palabras tienen el poder de despertar, cambiar o generar estados de ánimo, sentimientos y emociones en sí mismos o en los demás. Las palabras pueden alegrar o entristecer, enojar o violentar, mover o paralizar, etc. Una palabra triste puede deprimir a quien la escucha. Una palabra alegre puede iluminar el día de una persona. Una palabra de enojo puede despertar temor o violencia en los demás. Una palabra amorosa puede despertar bondad o generosidad en quien la escucha. Una sola palabra puede traernos la felicidad o la desdicha. Las palabras pueden acariciar como el más dulce beso, pero también puede herir como la más filosa espada, puede alentar como el más fraternal abrazo o destruir incluso al más fuerte.
Cuando te sientas desarmonizado imagina la situación con detalles pero sin juzgar y sin identificarte, en seguida busca una palabra o frase positiva y repítela hasta sentir una sensación de tranquilidad y paz. Puedes repetir esta práctica las veces que creas necesario. Las palabras tienen el poder de crear diferentes escenarios y realidades en la vida de las personas, pues las palabras crean imágenes en la mente de quien las escucha. Las palabras positivas crean escenarios positivos, las palabras negativas crean escenarios negativos. Las palabras pueden liberar o esclavizar, sanar o angustiar, construir o destruir, vencer o derrotar, etc. Una palabra a tiempo puede aliviar tensiones. Una palabra descuidada puede destruir una vida. Una palabra de amor puede curar y ser una bendición. Una misma palabra puede expresar muchas cosas de acuerdo al énfasis con que se dice.
La manera de hablar y la forma como usamos las palabras es esencial para una buena comunicación con los demás y con uno mismo. Cuanto más sencilla y clara sea la forma de hablar, mejor será la comunicación. Es importante decir las palabras correctas en el momento correcto. Debemos aprender a hablar cuando se debe de hablar y callar cuando se debe callar. Las palabras crean imágenes en la mente de las personas que nos escuchan, por eso es importante escoger las palabras correctas para comunicar lo que deseamos comunicar.
Cuando alguien habla se desnuda ante los demás porque las palabras revelan la conciencia de las personas, lo que piensan y sienten. Si queremos vivir en armonía con nosotros mismos y con los demás debemos de hacer buen uso de las palabras y evitar expresiones hirientes. Cuando una persona está en armonía consigo misma, sus palabras son armoniosas, positivas, equilibradas, edificantes y constructivas; en cambio, cuando una persona está desarmonizada puede volcar sobre sí mismo y los demás una avalancha de expresiones negativas y destructivas.
Nuestras palabras deben centrarse en la verdad, deben ser armoniosas, estimulantes, motivadoras, edificantes e inspiradoras. La mente no reconoce las negaciones. Lo que las personas niegan eso es justamente lo que atraen a sus vidas. Cuando negamos algo la mente crea una imagen de lo que negamos y busca manifestarla en la realidad.
Así como debemos cuidar las palabras que pronunciamos en su calidad, énfasis y veracidad, también hay que estar atentos a las palabras que escuchamos, pues las palabras crean imágenes en nuestra mente, generan pensamientos y despiertan sentimientos en el corazón. Recordemos que lo que pensamos, sentimos y hablamos se manifiesta en nuestra vida y mundo. Hay que hablar con atención, observando cada palabra que salga de nuestra boca. Cuando no tengamos nada positivo que decir es mejor callar, porque cuando alguien está enojado o resentido le es fácil hablar con palabras hirientes y destructivas, haciéndose más daño a sí misma y a los demás. Decía el Maestro de Maestros: "No es lo que entra por la boca del hombre lo que lo contamina, sino lo que sale de ella”, es decir, las palabras negativas que generan una vibración discordante que tarde o temprano regresan a su origen.
La palabra es un poder. Con la palabra damos forma y vida a la energía que proviene de nuestro interior, de nuestro Ser, la cual alimentamos con el sentimiento y la emoción. Cada palabra que pronunciamos va impregnada de nuestro sentimiento y emoción. La palabra como el sonido emplea el éter como medio de expresión y proyección. Cada palabra tiene el potencial de su propia realización, el potencia para su manifestación física. Cada palabra que pronunciamos es un decreto, pues cada palabra es la expresión de nuestra conciencia, nuestro pensamiento y sentimiento, facultades creadoras y divinas con que todos estamos dotados. Las palabras crean, la palabra es creadora. Cada palabra es un ser con vida, cualidad, forma y expresión. Cada palabra deber ser cuidadosamente pronunciada de tal forma que los sonidos armónicamente combinados produzcan exactamente lo que queremos manifestar.
El lenguaje de las palabras es creador, pero el lenguaje usado irresponsablemente forma creaciones inarmónicas y destructivas. El lenguaje verbal es una manifestación de poder, de energía, mediante la cual se manifiesta una fuerza interior que irradia hacia el exterior. El lenguaje es la revelación de determinadas fuerzas internas con su expresión indiscutible. Todas las cosas de la Naturaleza tienen su lenguaje peculiar. La Naturaleza es una escritura viviente, eterna, indestructible, por medio de la cual comunica la Verdad, desde el primer día luminoso de la creación, a aquellos que han aprendido a descifrarla. En tiempos remotos debió existir un lenguaje universal, único y común a todos. El descubrimiento de este Lenguaje constituye el camino para llegar a la Verdad, Dios, que se expresa cada día, cada hora, cada instante y cada momento mediante Fuerzas, Principios y Leyes.
La palabra es un poder, la palabra es creadora, la palabra es el verbo y el verbo es creador. Así está escrito en el Evangelio de Juan: "En el principio era el Verbo (la Palabra) y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho fue hecho". La palabra es el poder creador que manifestó la creación de Dios como del hombre.
La palabra hablada es sonido y el sonido produce vibración. El sonido producido por la palabra es energía divina que crea, genera progreso, evolución o desintegración. Cada palabra que emitimos genera una vibración que tiene el poder de poner a vibrar nuestros cuerpos, células, moléculas y átomos, de acuerdo al sentimiento y la emoción con que la impregnamos. Este poder del Verbo Divino afecta directamente nuestra aura, chakras, glándulas y sistemas bioenergéticos y bio-orgánicos funcionales. Cada chakra, de acuerdo a su vibración posee un color en particular y el poder del verbo puede avivar o cambiar esos colores, así como puede cambiar el color de nuestra aura.
Las palabras tienen el poder de purificar, cambiar y transformar nuestro mundo interior, nuestras creencias, valores, programaciones, condicionamientos y nuestro mismo ADN para lograr nuestra realización interior, nuestra realización espiritual. El Verbo, por el principio de resonancia tiene el poder de despertar lo que está latente en el Ser.
Para conseguir la transformación interior hay que aprender a usar frases positivas, decretos o afirmaciones en tiempo presente, pues vivimos en un eterno presente. El poder del cambio, la transformación y la realización está en el presente, el aquí y el ahora. Hace mucho tiempo se dijo: Decretarás una cosa y te será dada y la Luz resplandecerá en tus caminos. El hombre, creado a la imagen y semejanza de Dios tiene el mismo poder de decretar como Dios cuando dijo: “Haya Luz y hubo Luz”.
La Ciencia de la Palabra hablada ha sido practicada a lo largo de los siglos tanto por los adeptos en el lejano oriente como por los místicos del occidente, quienes han usado el poder del verbo a través de mantras, oraciones, invocaciones, afirmaciones, decretos, cantos y otros para poner en actividad las Fuerzas Divinas y Universales en beneficio de si mismos y de la humanidad. ¡El Creador Supremo Dios los Ilumine, los Guíe, los Proteja y les de la Revelación!
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